El festejo azul en el Estadio Germán Becker tuvo que esperar hasta los minutos finales. En la noche del 8 de mayo de 2013, en esa final ante Universidad Católica por Copa Chile, nuestro equipo era merecedor del triunfo pero esa justicia solo llegó al minuto 91 del compromiso.

La jugada la inició Charles Aránguiz abriendo por derecha para Sergio Velásquez, quien luego de una pared con el “Príncipe” ingresó al área y con un centro raso encontró el pie de Juan Ignacio Duma para decretar en los descuentos el 2-1 en Temuco.

El desahogo y los festejos explotaron en la IX Región y aquella anotación del argentino nacionalizado chileno fue un justo premio para un equipo azul que fue ampliamente superior a los “Cruzados”, supremacía que sin embargo no lograba reflejarse en el marcador.

Incluso, un minuto antes del gol, Aránguiz estuvo cerca de lograr la ventaja con un disparo de tiro libre que dio en el poste (90’), y durante ese mismo segundo tiempo a Duma se le anuló una anotación legítima por una supuesta posición de adelanto que nunca existió.

Así todo, el compromiso de la final de Copa Chile 2012-13 se desniveló en los descuentos y las emociones iniciales por los tempraneros goles de Isaac Díaz (4’) e Ismael Sosa (12’), sumado a la expulsión de Gonzalo Sepúlveda (23’) por una patada criminal a Lorenzetti, quedaron solo como antecedente para el electrizante final en Temuco.

Aquella noche, de la que hoy se cumplen exactos siete años, la U formó con Johnny Herrera, Igor Lichnovsky (45’ Civelli), Albert Acevedo, José Rojas; Sebastián Martínez (39’ Velázquez), Charles Aránguiz, Eugenio Mena, Gustavo Lorenzetti (59’ Marino); César Cortés, Isaac Díaz y Juan Ignacio Duma.

El camino al título, el cuarto de Copa Chile hasta ese entonces, se inició en el Grupo 6 junto a Santiago Morning (1°), Unión La Calera (3°) y Santiago Wanderers (4°). Posteriormente, en las rondas de eliminación directa superamos a Universidad de Concepción, Unión Temuco y Unión Española, accediendo a la gran final ante la UC y en la que, merecidamente, pudimos gritar: ¡CAMPEONES!