
Este martes en el cielo brilla un azul intenso, ya que, es un día especial en la historia de nuestro club. Hoy, 6 de diciembre, recordamos a Héctor Rubén Marcos Peralta (1942-2006), histórico líder del mediocampo azul, quien cumpliría 85 años.
Destacado como un jugador aguerrido, con capacidad para impactar en todo el terreno de juego, disputó 12 temporadas profesionales, 9 de ellas con la U en el pecho. A través de los años cimentó una carrera ejemplar, la que lo transformó en uno de los mejores futbolistas chilenos de la historia.
Oriundo del sur, nació en Osorno en 1942 y creció ligado al deporte, destacando como basquetbolista antes de comenzar su carrera en el fútbol profesional. Su llegada al “Romántico Viajero” se gestó tras impresionar a Luis Álamos en un torneo en Melipilla donde representaba a su ciudad natal. Así, haría su gran debut como universitario con solo 20 años en 1962.
Un referente del glorioso Ballet Azul
Reconocido como alguien hábil en la marca del rival, con un gran poder ofensivo y poseedor de un ida y vuelta incansable, se ganó el apodo del “Siete Pulmones”. Estas características le permitieron convertirse en una pieza clave del histórico “Ballet Azul”, equipo que lideró el fútbol chileno en la década del 60.
Durante su paso en la “U”, entre 1962 y 1970, Marcos llegó a disputar un total de 254 partidos. En esta etapa consiguió dejar una gran huella en las redes rivales, marcando 110 goles , cifras que lo mantienen como el quinto máximo goleador en la historia del club.
Además, en el ámbito deportivo, logró ganar cinco Campeonatos Nacionales en las temporadas de 1962, 1964, 1965, 1967 y 1969. Cabe destacar su influencia en el título de 1964, campaña en la que se consagró máximo artillero del plantel con 24 goles.
Dejando su huella en la Roja
Expandiendo su leyenda, Rubén también dejó un gran impacto en la Selección Chilena, conjunto que defendió entre los años 1963 y 1969. En total alcanzó a disputar 43 duelos, 22 de ellos en competencias oficiales, llegando a marcar 10 tantos.
Sus mejores momentos los dejó en la Copa del Mundo de Inglaterra en 1966 y la Copa América de 1967. En la cita planetaria jugó los tres encuentros de la fase de grupos y marcó los dos únicos goles del equipo, uno de penal en el empate 1 a 1 ante Corea del Norte, y otro en la caída por 2 a 1 ante la Unión Soviética.
Por otra parte, en la competencia continental alcanzó el tercer lugar y fue el líder del conjunto nacional con 3 anotaciones en los 6 partidos que disputó. Su gran rendimiento le permitió ser parte del once ideal del torneo.
Sin duda, el “Siete Pulmones”, dejó una gran marca durante su carrera, que lo avala como leyenda azul y también, como uno de los mejores jugadores en la historia del fútbol chileno. La entrega con la que defendió nuestra camiseta lo hará siempre un ejemplo de grandeza, dueño de un legado que vivirá para siempre.
¡Rubén querido, jamás te olvidaremos!