
En un día de profunda tristeza, nos despedimos de Braulio Enrique Musso Reyes, un jugador especial, que nos hizo vibrar en la cancha, quien con su entrega dejó una huella imborrable en la historia de Universidad de Chile. Multicampeón con el Ballet Azul, bajo su liderazgo levantamos cinco Campeonatos Nacionales entre 1959 y 1967.
Nacido el 8 de marzo de 1930 en la localidad de La Cruz (Quillota), se desarrolló como futbolista profesional durante 18 años y siempre con un punto en común: su amor por la U. Defendiéndonos con pasión y orgullo durante toda su carrera, en la que se caracterizó por su liderazgo y capacidad de impactar en todos los sectores del campo.
Su debut con el Primer Equipo llegó en 1951, comenzando a forjar un exitoso camino en el Romántico Viajero. En su primera temporada disputó 16 partidos, marcando cinco goles. Sus habilidades eran innegables y el tiempo solo lo ratificó como un referente, alzándose como un líder para todos sus compañeros e hinchas azules.
Cabe destacar que, si bien se desempeñaba como delantero, sus virtudes lo llevaron más allá. Por esta razón, el “Zorro” Álamos lo consideró uno de los ejes del Ballet Azul, utilizándolo en diferentes posiciones de la cancha. Don Braulio no pasaba inadvertido y su entrega lo llevó a ser titular en cada puesto del equipo. Para él, defender a su querida U era lo más importante y siempre cumplió su misión a cabalidad.
El gran líder del Ballet Azul
Su impacto, sin duda, transformó nuestra historia para siempre. El primer paso llegó en 1959, cuando completamos una de las tantas hazañas del “Ballet Azul”. En un plantel inigualable, dirigido por Luis “Zorro” Álamos, Musso se consolidó como capitán y se encargó de liderar con su experiencia a un grupo de excepcionales jóvenes futbolistas.
Ese año consiguió su primer título al conquistar el Campeonato Nacional, trofeo al que se sumarían los de 1962, 1964, 1965 y 1967. Retirándose en 1968 con un legado imborrable: nada menos que 391 partidos y 83 goles que lo mantienen como el noveno máximo goleador universitario.
Además, don Braulio también dejó su huella en la Selección Chilena. Debutando con un gol en el triunfo por 2-1 ante Perú, por la Copa del Pacífico de 1954. Su calidad e impacto a nivel nacional se hicieron notar y lo llevaron a formar parte de “La Roja” en la Copa del Mundo de 1962.
Hoy, con tristeza, nos toca despedirlo. Y como Club solo podemos decir gracias. Gracias por defendernos siempre con orgullo, por ser una inspiración para las futuras generaciones y sobre todo, por amar a la U. Sin duda, su leyenda nunca será olvidada, traspasando el tiempo y demostrando lo que significa ser de Universidad de Chile.
¡Gracias por todo, querido capitán, nunca te olvidaremos!